jueves, 3 de mayo de 2012

Toca mis melones

Estoy enganchada a la serie suburgatory, otro gran invento, la tele por cable, que retrata la vida de las familias norteamericanas de clase media alta en los suburbios (suburbs) que ná, ná pero ná tienen que ver con los suburbios patrios. Allí suburbs sería lo que aquí la Moraleja. Bueno pues ahora en la publicidad de la serie va y les oigo “jastag” “toca mis melones”. ¿Jas qué…? Yo que siempre he sido una mujer inquieta, curiosa y deseosa de cultivar mi alma y espíritu, ya sabéis por entradas previas que mi cuerpo no necesito cultivarlo, cojo mi aifon for, Safari, Google y meto la palabreja en cuestión. Una que ha estudiado inglés presupone que la jota es la famosa y puñetera h aspirada, como **** se puede aspirar una h?, y empieza a introducir caracteres, h, nada, ha, nada aún, has, sí ahí está, hashtag.  Wikipedia, sí sé que no debería, que soy una persona formada, pero bueno, si tampoco quiero un artículo de investigación publicado en Science o Nature, (mejor en Science que enNature si eres chino les cuelas cada cosa que paqué…). Abro la wiki, y (http://es.wikipedia.org/wiki/Hashtag) me encuentro que es como una especie de invitación para opinar sobre un tema definido en el hashtag.  Ahhh, mira tú que participativo, y luego pienso,( ya sabéis, también por entradas previas que tengo una vida interior que roza el misticismo) que **** quieren que piense de “Toca mis melones”???. Sobre todo si la frase e proferida por una tía que sujeta dos melones (cantalupe, no piel de sapo) a la altura de sus melones (silicona total, echad un vistazo a la serie y me lo confirmáis, pero vamos que está claro, claro, clarísimo, la gravedad os afecta a todas (a mí no) y más a esa edad, de hecho, a esa edad la gravedad no es que te afecte sino que te has rendido a sus pies) , pidiéndole a un maromo que se los toque. Bueno, pues mira, a mí, que se me ocurre de casi todo, sobre casi todo, pues, no sé, en esta ocasión no sé qué decir. Necesito ejemplos, eso siempre viene bien. Más aifon, canal Cosmopolitan, sí,  por extraño que parezca ponen la serie en Cosmopolitan, aún así sigo recomendándola, busco suburgatory, …, ahí está, me referencia a una página de twitter para comentar los hashtags de la serie, twitter?? Miro horrorizada, si yo soy de facebook, y por dios la mayoría de las que ven canal Cosmo o son de facebook o son lectoras de Corín Tellado.  Bueno pues nada, habrá que hacerse de twitter . Bien, abro la cuenta, busco el tema y ¿qué encuentro? Nada, …, nada, me dice que estoy siguiendo el canal Cosmo, que para nada, por Dios, para nada, y no me aparece ningún comentario sobre el tema, pero ¿de qué va el twitter este? Por lo menos descubro que no hay que comentar la frase, gracias a Dios, sino construir frases graciosas que contengan el hashtag, venga, vamos, y la pedorra o pedorro que ha pensao semejante tontá está cobrando un sueldo? No me lo puedo creer, bueno sí, que es canal Cosmo. Mi siguiente incursión en twitter es dejar de seguir a Cosmo tv y quizás sea la última.

martes, 10 de abril de 2012

Sola en casa

Me han contado, ya que debido a mi cortísima edad obviamente no puedo recordarlo, que hubo un tiempo en que los ordenadores se llamaban spectrum y amstrad 64, y que, para cargar los programas se usaban unas cosas llamadas casetes (bueno, vale, de los casetes me acuerdo, pero vagamente eh?), que se conectaban a la tele, que hacían un ruido rollo niña del exorcista y que tardaban media mañana en hacerlo y eso cuando lo hacían. Nacía la informática a nivel de usuario y los preocupados padres apuntaban de forma masiva a sus retoños a cursos de basic. Y allí te veías (no, yo no, mi amigo, el que me lo ha contao) escribiendo páginas y páginas de código para que al final, el programilla en sí, sumara dos y dos, y pensabas ¿Y esto va ayudarme en algo? Y añadías a tu pensamiento inicial (yo es que, bueno yo no, mi amigo otra vez, fui una niña muy precoz y con una gran vida interior) a mí esto, a lo único que me va ayudar es a ingresar en un psiquiátrico. Entonces suplicabas a tus padres que te sacaran del horrible basiccursillo y éstos, reticentes en un principio, sucumbían al final a tus súplicas y llantos (estoy segura de que en algunos casos crisis de ansiedad, depresiones exógenas y patologías varias). Después del primer contacto traumático con el mundo de la informática, pasas el resto de tu infancia feliz, ajena a aquellos cacharros del demonio y tu adolescencia aún más feliz y más ajena. Vas cumpliendo años ( yo no, de pequeñita decidí alcanzar una edad tope que no puedo superar) y te cuentan que hay una cosa llamada internet, otra llamada facebook (hubo un momento en que si no estabas en facebook era como si estuvieras muerta, ¿pero tía, que no estás en facebook?), y te dices a ti misma ¡oyex pues va a haber que probar esto!, y te lanzas al maravilloso mundo de la compra de un ordenador (eso, en sí mismo, es objeto de otro blog, por lo que no profundizaremos demasiado en el tema) y tras el desconcierto inicial empiezas a navegar, te metes al face, buscas a tus compañeros de clase, te ríes, buscas más compañeros, te ríes más, empiezas a contar tu vida en el face, te sorprendes, cuentas más cosas, te sorprendes aún mas, dejas de llamar a tus amigos, pa qué? si están en el face, dejas de llamar a tu novio, pa qué? si está en el face, dejas a llamar a tu madre, pa qué? si ella ni siquiera está en el face, dejas de arreglarte, pa qué? si en la foto del face estoy divina, dejas, dejas, dejas… hasta que llega un momento en que te das cuenta de que te estás dejando y tomas de nuevo el control, pones una vela al Niño Santo de Emaús por haberte ayudado a salir del trance face y retomas tu vida con el face pero no para el face ( http://www.lavanguardia.com/internet/20100323/53898932459/dos-clinicas-italianas-tratan-a-los-adictos-a-facebook.html ).

Wiith or wiithout u

Me he comprado la wii, y, como siempre que hago un gasto innecesario, busco razones que lo justifiquen, por ejemplo, ¡lo que me voy a ahorrar en gimnasio! (nunca he estado apuntada a uno pero siempre he tenido en mente hacerlo) y además, se supone que es bueno para mi salud y esa, es la mejor inversión. Bueno, una vez me he autoengañado lo suficiente para evitar remordimientos, y yo, si es en gastar me engaño a mi misma como si tuviera una edad mental de dos años, es decir, con suma facilidad, me dispongo a descubrir el maravilloso mundo de la wii, que me promete tener un cuerpo de súper diosa (de diosa ya lo tengo) a la vez que me divierto. Ya tengo edad suficiente, poca, pero suficiente, como para saber que esas promesas son, siempre, siempre, siempre, mentira. Son como los regímenes que te aseguran perder peso sin pasar hambre y comiendo de todo, o el special K, con su promesa de que no sólo es comestible si no, que además, está bueno, o Carmen Machi augurándote la felicidad plena, vía intestinal, de sus yogures verdes. El caso es, que en un momento de debilidad, caí y compré la wii. Para mi sorpresa, fue uno de esos gastos que, no sólo no molestaron a mi churri, si no que lo transportaron a un estado de éxtasis que tentada estuve de llamar a los servicios de urgencia.
La instalo, meto el wii fit y sigo las instrucciones, “Reparto de peso”, pues ideal, pienso para mí misma, pues no, va y me dice que estoy descompensada y que cargo a la izquierda (pensaba que eso era algo exclusivo del género masculino), no, no puede ser, repito el proceso… Igual resultado. ¡Qué ataque más gratuito (Estella Reynolds dixit)! Tenía que haberme comprado la Play. Respiro hondo, respiro más hondo, respiro al borde de la hiperventilación…
Después del shock inicial empiezo con mis sesiones deportivas, al principio resulta gracioso, pero al poco tiempo es eso, tiempo, lo que no encuentras para la dichosa maquinita. ¿Ves? El cuerpo no lo tonifica pero la mente, no te imaginas!, tol día dándole vueltas a la pelota buscando excusas para no ponerte el chándal y, además, lo peor es la cara de bestia ansiosa de tu cari esperando que dejes libre el aparatito para que él pueda dar rienda suelta al, antes comentado, gen neandertal y matar a todo bicho viviente, ahora también on line y con sus amiguitos.

lunes, 9 de abril de 2012

Sex and the cellular

Siempre he sido una fan de los bolsos grandes, yo creo que es por culpa de los 90. ¿Os acordáis de los móviles? Dios, eran como un ladrillo y pesaban lo mismo. Eso, sin duda, marcó mi predilección por los bolsos de generosas dimensiones, y, es que, cualquier chica que se precie, debe llevar de casi todo en su bolso (conozco a algunas que podrían montar una farmacia, una droguería y otras cosas que no vienen a cuento…) y con aquellos aparatos la capacidad de nuestros inseparables amigos se veía considerablemente mermada. También recuerdo a aquellos que se negaban (que poco les duró) a llevar móvil, que si siempre estás localizao, que si pa qué lo quieres, que si, que si…, que sí, que se lo acabaron comprando. Ya todo el mundo tiene móvil. No hace mucho leí que España era uno de los países con más móviles por habitante. No sé si eso es un ratio indicador del nivel de progreso (noooooo!) o más bien fruto de los cambios de compañía para pillar terminal por la face (por cierto eso ya se ha acabao, ooooooh). El caso, es que ya no podemos salir de casa sin él. Nos falta algo, creemos que lo vamos a necesitar de forma imperiosa, que vamos a recibir la llamada de nuestra vida…, somos adictos al móvil? Uy, esta última frase me recuerda a la petarda de la Carrie en sexo en Nueva York, siempre con sus preguntitas coñazo y sus reflexiones filosóficas de todo a cien, de moderna y liberada que, en realidad, sólo piensa en encontrar un marido como culminación de su estado femenino.  ¿ Será el móvil y sus onditas maléficas ( http://www.elmundo.es/elmundosalud/2008/06/02/saludpublica/1212395551.html ) que me están trastornando ?

Tom Tom Go!

Qué bonitos aquellos viajes en coche hacia nuevos sitios, la emoción de hacer el equipaje (meted siempre un poco de todo que nunca sabes que te puedes encontrar), la noche anterior elucubrando que te encontrarás en el destino, la preparación del itinerario... ¿Preparación del itinerario? No, eso no, “cariño si es muy fácil llegar, y en la ciudad luego está todo indicao”. Debe ser el gen neandertal, de cazador que ellos creen tener (algunos  juraría que si lo tienen), lo que les hace creer que van a encontrar cualquier destino independientemente de las circunstancias. El problema es que el hotel contratado no pone un ciervo en la puerta para que su olor guíe el instinto depredador de nuestro “churri” y así nos va. El idílico viaje se convierte en un “pero cari mira el mapa, la línea roja, tú sigue la línea roja, si es muy fácil”. La línea roja, la línea roja,…, la línea roja me lleva directamente a casa de tu madre, que es donde te dejaría si no fuera porque ella me advirtió que su casa no era El corte Inglés y que no se admitían devoluciones. No es lista ni ná mi excelsa suegra. Y luego llegó el navegador, maravilloso invento que hizo que los desventurados viajes del pasado fueran eso, cosa del pasado. Ahora lo uso hasta para ir al baño a ver si me descubre una nueva ruta turística dentro de mi casa, plagada de puntos de interés. El único problema es que se me queda colgao en el pasillo y me tiene dando vueltas por el salón media hora hasta que se ubica de nuevo. Debe ser culpa de Fomento, tol día cambiando las carreteras…

viernes, 6 de abril de 2012

El ocaso de los ciber cafés


Las ciencias avanzan que es una barbaridad. Me viene a la cabeza la imagen de William Holden flotando boca abajo en la piscina de Gloria Swanson, en la película Sunset Boulevard, mientras él mismo narraba su desdichado final y los acontecimientos que lo habían desencadenado (este formato lo copiarían después American Beauty y la doméstica Mujeres Desesperadas). Una, que ya tiene twentytodos y pico (que no se nota para nada, para nada, porque los cuerpos también avanzan lo suyo), recuerda cuando los ciber parecían un negocio prometedor. Los ordenadores costaban una pasta, internet costaba, no una pasta, un pastón, y es que, no hace mucho tiempo, te cobraban por el tiempo y volumen de descarga, mientras en las películas americanas veías que la peña dejaba el ordenador conectado a internet todo el día, sin preocuparse del tiempo de conexión, ni del peso de las páginas visitadas y pensabas pa tí, pa dentro, aquí todo el mundo es millonario? Nooo, que va, tenían una cosita que descubriríamos mucho más tarde, la tarifa plana. Que recuerdos el sonido del módem conectándose (tardaba cerca de un minuto en hacerlo), la velocidad a la que se bajaban las páginas web (una mañana para una foto mediana). Ya cogía yo al Jorge Manrique por banda, “cualquier tiempo pasado fue mejor”, fue mejor, fue mejor…, no Jorge, campeón, no, en esto para nada. Y así, con la tarifa plana, la banda ancha y los ordenadores más “accesibles”, los cibercafés acabaron como Mr. Holden, flotando en la piscina…