martes, 10 de abril de 2012

Sola en casa

Me han contado, ya que debido a mi cortísima edad obviamente no puedo recordarlo, que hubo un tiempo en que los ordenadores se llamaban spectrum y amstrad 64, y que, para cargar los programas se usaban unas cosas llamadas casetes (bueno, vale, de los casetes me acuerdo, pero vagamente eh?), que se conectaban a la tele, que hacían un ruido rollo niña del exorcista y que tardaban media mañana en hacerlo y eso cuando lo hacían. Nacía la informática a nivel de usuario y los preocupados padres apuntaban de forma masiva a sus retoños a cursos de basic. Y allí te veías (no, yo no, mi amigo, el que me lo ha contao) escribiendo páginas y páginas de código para que al final, el programilla en sí, sumara dos y dos, y pensabas ¿Y esto va ayudarme en algo? Y añadías a tu pensamiento inicial (yo es que, bueno yo no, mi amigo otra vez, fui una niña muy precoz y con una gran vida interior) a mí esto, a lo único que me va ayudar es a ingresar en un psiquiátrico. Entonces suplicabas a tus padres que te sacaran del horrible basiccursillo y éstos, reticentes en un principio, sucumbían al final a tus súplicas y llantos (estoy segura de que en algunos casos crisis de ansiedad, depresiones exógenas y patologías varias). Después del primer contacto traumático con el mundo de la informática, pasas el resto de tu infancia feliz, ajena a aquellos cacharros del demonio y tu adolescencia aún más feliz y más ajena. Vas cumpliendo años ( yo no, de pequeñita decidí alcanzar una edad tope que no puedo superar) y te cuentan que hay una cosa llamada internet, otra llamada facebook (hubo un momento en que si no estabas en facebook era como si estuvieras muerta, ¿pero tía, que no estás en facebook?), y te dices a ti misma ¡oyex pues va a haber que probar esto!, y te lanzas al maravilloso mundo de la compra de un ordenador (eso, en sí mismo, es objeto de otro blog, por lo que no profundizaremos demasiado en el tema) y tras el desconcierto inicial empiezas a navegar, te metes al face, buscas a tus compañeros de clase, te ríes, buscas más compañeros, te ríes más, empiezas a contar tu vida en el face, te sorprendes, cuentas más cosas, te sorprendes aún mas, dejas de llamar a tus amigos, pa qué? si están en el face, dejas de llamar a tu novio, pa qué? si está en el face, dejas a llamar a tu madre, pa qué? si ella ni siquiera está en el face, dejas de arreglarte, pa qué? si en la foto del face estoy divina, dejas, dejas, dejas… hasta que llega un momento en que te das cuenta de que te estás dejando y tomas de nuevo el control, pones una vela al Niño Santo de Emaús por haberte ayudado a salir del trance face y retomas tu vida con el face pero no para el face ( http://www.lavanguardia.com/internet/20100323/53898932459/dos-clinicas-italianas-tratan-a-los-adictos-a-facebook.html ).

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