lunes, 9 de abril de 2012

Tom Tom Go!

Qué bonitos aquellos viajes en coche hacia nuevos sitios, la emoción de hacer el equipaje (meted siempre un poco de todo que nunca sabes que te puedes encontrar), la noche anterior elucubrando que te encontrarás en el destino, la preparación del itinerario... ¿Preparación del itinerario? No, eso no, “cariño si es muy fácil llegar, y en la ciudad luego está todo indicao”. Debe ser el gen neandertal, de cazador que ellos creen tener (algunos  juraría que si lo tienen), lo que les hace creer que van a encontrar cualquier destino independientemente de las circunstancias. El problema es que el hotel contratado no pone un ciervo en la puerta para que su olor guíe el instinto depredador de nuestro “churri” y así nos va. El idílico viaje se convierte en un “pero cari mira el mapa, la línea roja, tú sigue la línea roja, si es muy fácil”. La línea roja, la línea roja,…, la línea roja me lleva directamente a casa de tu madre, que es donde te dejaría si no fuera porque ella me advirtió que su casa no era El corte Inglés y que no se admitían devoluciones. No es lista ni ná mi excelsa suegra. Y luego llegó el navegador, maravilloso invento que hizo que los desventurados viajes del pasado fueran eso, cosa del pasado. Ahora lo uso hasta para ir al baño a ver si me descubre una nueva ruta turística dentro de mi casa, plagada de puntos de interés. El único problema es que se me queda colgao en el pasillo y me tiene dando vueltas por el salón media hora hasta que se ubica de nuevo. Debe ser culpa de Fomento, tol día cambiando las carreteras…

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